La belleza de Irlanda es de otro mundo. Una arquitectura centenaria masticada por el tiempo y la tempestad. Un verdor exuberante y abigarrado iluminado por fragmentos de luz que se abren paso entre densas nubes y macabras brumas.
Es suficiente para dejarte sin aliento, si tu atención no se ha desviado ya hacia un espectáculo aún mayor: las olas salvajes y espeluznantes, a veces monstruosas pero siempre efímeras, y los seres humanos que las cabalgan.
Director: Clem McInerney
Un vídeo de Surfline.
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